8 sept 2009

La emoción del juego



A pesar de que en los países en que se permiten los juegos de azar la Ludopatía rápidamente se coloca como la tercera causa de adicción entre la población(1); no  hay tantos estudios disponibles acerca de éste  problema. Es hasta los años noventa que se empezaron a sistematizar los esfuerzos de encontrar sus causas y alternativas de tratamiento.
 El consejo Nacional para la Investigación de Estados Unidos puntualiza que es un campo relativamente inmaduro en comparación a otros; por lo que no  resulta sorprendente que en la literatura revisada para elaborar éste libro muy rara vez se encuentren estudios que se centren en el hecho, varias veces mencionado por los paciente en tratamiento, de que el juego es en sí una actividad emocionante.
“Me sudan las manos, siento que el corazón se me sale del pecho”; " es como estar en una montaña rusa, me siento vivo cuando estoy jugando”;  expresiones como esas son comunes de oír  al entrevistar a Ludópatas.
En español no tenemos una palabra equivalente al término “rush”, pero cuando se aplica en el contexto del juego, vendría siendo algo así como una descarga de adrenalina provocada por  apostar.
La emoción del juego puede en algunos casos  brindar un escape al dolor emocional interno y en otros darle un poco de color a una vida que le resulta aburrida y monótona al apostador. Mucha gente piensa que la motivación del jugador es la ambición; eso no es necesariamente cierto. Un apostador de Las Vegas una vez lo explicó de ésta manera; “Jugar y ganar es la mejor emoción que conozco; pero jugar y perder es la segunda”. Es evidente que el jugador entonces está buscando el sentimiento de anticipación que sigue a la apuesta y no el dinero.
Algunos tratamientos reconocen implícitamente el hecho; por ejemplo en terapia farmacológica se pueden recetar medicamentos para reducir la ansiedad que provoca la ausencia de esas experiencias en las personas en tratamiento, también se ha intentado explicar la adicción al juego debido a la baja producción en condiciones normales de ciertas sustancias químicas que contribuyen a la sensación de bienestar de las personas  y cuya presencia se dispara en condiciones de excitación; es por eso que la  terapia de desensibilización –una de las alternativas de cura- se basa en intentar romper la asociación entre emoción y juego.
La búsqueda de “experiencias fuertes” es algo parecido a lo que le pasa a los que buscan el peligro a través de deportes extremos; con la diferencia de que un apostador no necesita ningún tipo de acondicionamiento físico previo. Muchos jóvenes declaran que su entrada al mundo de las apuestas se debe a su necesidad de experimentar el estado eufórico que en muchos sentidos se equipara a la ingesta de drogas; y a pesar de que en la medida de que hay mas disponibilidad para apostar esa actividad está dejando el estigma de ser algo prohibido, sigue siendo atrayente.
 Placer y felicidad no son la misma cosa; un evento placentero es una experiencia que activa ciertas áreas del cerebro que nos estimulan positivamente durante un período de tiempo relativamente corto; sin embargo cuando este pasa y repetimos la conducta necesitamos mayor estimulación para sentir lo mismo. Si la recompensa de jugar es la emoción fuerte que propicia una descarga de adrenalina –rush-;  es fácil entender cómo se cae en una conducta adictiva, el apostador necesita gastar mayor cantidad de tiempo o dinero para derivar placer.
 En cambio la felicidad tiene que ver con estrategias de acción a largo plazo para el desarrollo de la persona, no da satisfacción  inmediata e involucra propósito; planeación y esfuerzo; pero la recompensa es duradera y no conduce a conductas autodestructivas. La felicidad es una cuestión personal, pero mucha gente que se declara feliz lo es debido a que; ha formado una familia sana, tiene una red de amigos sólida, invierte tiempo y esfuerzo en su crecimiento, tiene un pasatiempo que le apasiona, hay congruencia entre lo que dice y lo que hace, va progresando en su carrera, define metas y las alcanza, etc.  Mas adelante se proponen  algunos cursos de acción  para sustituir la búsqueda de placer inmediato por alternativas más constructivas.

(1) Después del alcoholismo y el tabaquismo; y por delante de las drogas.






Aquella noche se presentó en el casino un hombre como muchos otros, se sentó a la mesa
de la ruleta y, con aires un tanto de fanfarroneo, pidió un cajón con un millón de pesos en
fichas, tras varios minutos de juego los perdió y mandó traer otro; pasó el tiempo y pidió
otro más. Después de algunas horas, repentinamente vimos como aquel hombre comenzó a llorar, estaba llorando abiertamente; lloraba de impotencia por haber perdido todo su dinero en el juego y entonces, le pidieron que se retirara porque ya no tenía con que seguir apostando.
Humberto Saldívar
Tallador de la Feria de San Marcos

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